Visita de Senel Paz

El pasado 17 de agosto tuvimos el honor de recibir la visita del autor de la obra, el gran Senel Paz, quien vino desde Cuba para compartir una función nosotros.




Senel Paz con el equipo completo de Fresa y chocolate 

   Hermosa nota en el diario cubano Granma por la visita de Senel Paz a nuestro país

http://www.granma.cu/cultura/2014-08-29/fresa-y-chocolate-impactante-suceso-en-la-escena-argentina






Gavriloff (a la izquierda) y Senel Paz, ante el cartel que promovió en Buenos Aires la versión teatral de Fresa y chocolate. Foto: Cortesía del entrevistado
“Lo que sucedió en Buenos Aires solo es comparable con la primera lectura del cuento en la Casa de las Américas y con el estreno de la película en el Karl Marx”, declaró el escritor y guionista Senel Paz a su regreso de Argentina, donde asistió este mes al estreno de una versión escénica del laureado filme Fresa y chocolate.
Autor del cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo, ganador del Premio Juan Rulfo en 1990 y coguionista de la película basada en esa narración, dirigida por To­más Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, nominada al Oscar en 1994, Senel valoró la representación que tuvo lugar en el Au­ditorio Losada, de la calle Corrientes en la capital argentina, bajo la dirección de Leo­nardo Gavriloff y las actuaciones protagónicas de Oscar Marvic y Christian Carrizo.
Senel precisó que esta de ahora “no es una adaptación de la película, sino un es­pacio donde los personajes encuentran un mejor acomodo para contarnos más de sí mismos; la versión teatral profundiza más en los personajes que en el tema, y me consta el entusiasmo y el esfuerzo del di­rector y los actores argentinos para llevarla al escenario”.
Veinte años después del estreno del fil­me, el escritor compartió una reflexión acerca del significado de Fresa y chocolate a lo largo del tiempo: “Creo que el público cubano disfrutó y se sintió orgulloso de un cuento y una película que lo ayudaron a librar una primera batalla contra algunos fantasmas”.
La recepción de la crítica se correspondió con el impacto de las funciones en el público. Martín Fernández, al reseñar el suceso para la revista En Escena Hoy, publicó: “Fresa y chocolate es una de las mejores propuestas que ha brindado el teatro off en lo que va de la temporada. La versión teatral que llega a la cartelera porteña es decididamente impecable y tiene varios puntos a destacar. La adaptación es amena, fluida y con las elipsis necesarias para que cada escena tenga peso y contenido”.
Para Daniel Pereyra, de Mirada H, la pu­es­ta “consigue combinar en un delicado equilibrio el amor, la fantasía y el anhelo de libertad que junto con las extraordinarias actuaciones, puesta en escena y di­rección hacen de esta propuesta una cita imperdible”.
Mientras, el reconocido crítico Jorge Ca­porale suscribió: “Excelente trabajo de pu­es­ta y dirección de Leonardo Gavriloff y asistencia de Juan Ignacio Sandoval, que logran amalgamar con talento el clima tibio del sol caribeño y la aspereza de los vínculos, que aciertan a transmitir los cambios y las brisas de aceptación y sus contrapartidas de rechazo y odio.
Oscar Marvic transita a ese Diego con el tono más que justo, la gestualidad y el compromiso que su criatura le demanda, poniendo el cuerpo y la voz particular al servicio de su personaje, consiguiendo una actuación ex­quisita.  Christian Carrizo hace lo propio con su David, con un acento trabajado y trabajoso, jugando con inusitada perfección ese desvestirse, esa coraza que sutilmente cae, dando lugar a esa transformación paulatina y sensible, que va desde la contractura inicial, al sentido dolor de la pérdida, en una labor sin fisuras. Luis Go­doy trabaja certeramente desde la mirada y la postura al limitado Miguel que no acepta lo evidente y se enajena en convicciones absurdas, saliendo airoso del controvertido ‘lobo’ que se come a su débil presa. Muy buenos trabajos, que movilizan y percuten en la cuerda exacta de la emoción”.
El cuento de Senel ha inspirado más de una versión teatral. Antes aún de llegar a la pantalla, en Cuba se estrenó La catedral del helado, una adaptación de Sarah María Cruz, protagonizada por Joel Angelino.
En los últimos dos años fue llevada a las tablas en Venezuela bajo la di­rección de Héctor Manrique por el Grupo Teatral Emergente, y en Nueva York, en versión en lengua inglesa, por Roger Robinson y el 777 Theatre.

http://www.celcit.org.ar/noticias_9755_fresa-y-chocolate-impactante-suceso-en-la-escena-argentina.html


http://www.cubaescena.cult.cu/global/loader.php?cat=articulos&cont=showitem.php&seccion=cr%C3%B3nicas%20de%20viaje&item=3627

http://blogs.lanacion.com.ar/boquitas-pintadas/arte-y-cultura/la-vigencia-de-fresa-y-chocolate-a-20-anos-de-su-estreno/


La vigencia de Fresa y chocolate, a 20 años de su estreno


Ya son veinte años de amor. En 1994 se estrenó la conmovedora película Fresa y chocolate, sin saber que se convertiría en uno de los mayores clásicos del cine gay.  Este film retrata como pocos la batalla que la disidencia sexual e intelectual perdió (y, en menor medida, sigue perdiendo) contra la homofobia.
Esta es una entrevista exclusiva al escritor y guionista cubano Senel Paz, que le realizó en su reciente visita a la Argentina la periodista Martina Cáceres para Boquitas pintadas.
Senel Paz es autor del cuento El bosque, el lobo y el hombre nuevo, que fue  adaptada para el film Fresa y chocolate (1994). Esta obra (dirigida por Leonardo Gavriloff) se presentó en su versión teatral en la Argentina y, por este motivo, visitó el país. Fue uno más aplaudiendo y emocionándose en el Auditorio Losada donde se presentó el pasado 17 de agosto.


Senel Paz, escritor y guionista
Este es el diálogo de Martina Cáceres con Paz:
Todavía me acuerdo de esa escena con la que el film arrancaba: el personaje de Diego sentándose a tomar un helado en la mesa de David para sacarle charla, ponerlo incómodo delante de lxs mirones y de paso, seducirlo. Diego es muy marica y David muy militante, es decir: muy machista. Y la historia no es exactamente la de un romance, ya que el sexo entre los dos no termina por consumarse, pero la amistad, que para la Cuba de entonces parecía un imposible por tratarse de enemigos políticos, sí.
Basada en el cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo, de Senel Paz,  Fresa y chocolate se ha multiplicado en estas dos décadas en una serie de versiones teatrales que tuvieron como escenarios Lugano, París, Caracas, y actualmente también Buenos Aires. Esta última, la local, de puesta austera y dinámica, se pudo ver hasta hace dos meses atrás en una sala de Palermo. Dirigida por Leonardo Gavriloff, esta pieza conservó sus guiños de época (los ’70),  pero también su espíritu contemporáneo a la hora de ponerle palabras a la problemática gay en un mundo – no un país-  que, más allá de los sistemas políticos, sigue entrampado en la normatividad.
- ¿Qué significó el estreno de Fresa y chocolate para Cuba?
- Creo que el público disfrutó y se sintió orgulloso de un libro y una película que lo ayudaron a librar una primera batalla contra algunos fantasmas. La gravedad de la homofobia y los prejuicios contra la diversidad de género en Cuba no respondía a que nuestro país fuera el más violento de todos o a una ideología más intolerante y bárbara que otras. Al contrario, a pesar de ser también una sociedad machista, creo que la relación desprejuiciada del cubano con la sexualidad y la religión atenuaban la violencia en comparación con otras sociedades y favorecía la permisividad, sin negar por supuesto casos extremos y horrorosos que no porque nuestra prensa los ignore dejan de existir.
- ¿Y a qué respondía esa homofobia?
- La gravedad y lo inadmisible de la homofobia en Cuba en aquella época es que era institucional más que social e invadía zonas del pensamiento y los derechos del individuo más allá de los sexuales y se contraponía a los ideales libertarios y humanistas proclamados por el socialismo, provocando confusión, desencanto y doble moral. El modelo del hombre nuevo imponía como obligatorio y único el modelo heterosexual, ateo y marxista. Y punto. Se renunciaba así a la diversidad y complejidad humanas y se provocaron no pocos sufrimientos y absurdos. En la época a que se refiere la película (años 70) y en las que se exhibe (años 90), el Estado iba por detrás de la sociedad porque ésta ya estaba preparada y ansiosa por librarse de su carga homofóbica y de intolerancia religiosa. De hecho, la descargó en cuanto tuvo la primera oportunidad ayudando de paso al Estado y al Partido a hacer lo mismo y por eso hoy el homosexual y el creyente pueden incluso ser militantes comunistas. No quiere decir que se resolvieran todos los problemas sino los más apremiantes, pero se pudo pasar al nivel de complejidad siguiente, como en los juegos. De la situación de los años 90 al jolgorio popular en la celebración del día contra la homofobia y el orgullo gay media un abismo, y otro hasta la normalidad plena.
- Aún falta para eso, porque estos cambios no se traducen en leyes inclusivas para la comunidad LGTB…
- En este momento, creo que el Estado de nuevo se está quedando rezagado  de la sociedad en éstos y otros temas del individuo y la familia porque es reticente a abordarlos jurídicamente y a reconocer y regular mediante ley las nuevas realidades y aspiraciones de la gente. En este punto, el Estado pone más atención a sí mismo que a la sociedad y su prioridad es lo económico. Pero, por suerte, las luchas en este y otros campos no solo son más entusiastas y masivas sino también más inteligentes y comprometidas con la esencia originaria del proyecto revolucionario. Por su vocación libertaria y humanista, su sentido solidario y festivo de la vida, el pueblo cubano estaría alegremente a la vanguardia en todas estas luchas.
- ¿En Cuba, como en la mayoría de las sociedades, todavía sigue siendo necesario combatir el arquetipo del homosexual ridículo o payasesco, del que el personaje de Diego se queja en la película?
- La representación ridícula o payasesca, cuando el propósito es denigrar o desconocer los valores humanos del homosexual, hay que rechazarla y combatirla porque es ofensiva y responde a estereotipos y prejuicios. Ahora, no reconocer a las personas afeminadas y afectadas como parte de la familia gay y avergonzarse de ellas es también un prejuicio. A todos, constantemente, nos asaltan los prejuicios y debemos estar alertas. El personaje de Diego, reprimido y rechazado, es a su vez portador de prejuicios cuando piensa que su condición intelectual y de persona culta e inteligente lo eleva por encima de los demás de su clase y lo hace excluible del rechazo general. A la hora de ser representados, nos acogemos a los códigos dominantes: queremos ser el negro guapo y deportista o músico, el homosexual intelectual y sin plumas, el latinoamericano descendiente de europeos, la mujer sensual que hace voltear a los hombres. ¿Y el negro de pelo tieso o pasa y nariz chata; el maricón feo, amanerado, marginal, sin cultura, viejo; nuestra versión violenta y depredadora? También somos esos y esas, no solo la versión estilizada y primorosa.
El homosexual evidente, y más si es pobre, ha sido el que peor lo ha pasado, sobre el que ha recaído la mayor dosis de rechazo y violencia porque no tiene la posibilidad de cubrir su amaneramiento con Armani o Versace o estudios universitarios. Pienso que el papel de payaso o enfermo, así como el humor y los  recursos linguísticos, han sido armas de defensa del homosexual, una especie de tinta de calamar que les ha permitido pasar inadvertidos, hacerle fintas al agresor y soltar sus dardos en el momento conveniente. Mi personaje utiliza esos recursos a conveniencia, y en otros momentos los abandona. Es probable que el homosexual, en los últimos tiempos, sea más rechazado por su condición inteligente y su inconformidad y activismo social que por la propia orientación sexual, aunque sean los prejuicios sobre esta lo que respalda la represión.

Senel Paz, escritor y guionista cubano, visitó la Argentina
- Hoy en día, ¿se pueden conseguir en Cuba libros de John Donne, Konstantino Kavafis, Truman Capote y todos los autores homosexuales que se nombran en el guión?
- La dificultad para editar libros de autores extranjeros en este momento no creo esté para nada relacionada con la orientación sexual de los autores y ni siquiera el contenido de los textos en esa línea, sino en la dificultad económica para adquirir derechos y en la precariedad de nuestra industria editorial. Apenas se importan libros y solo existen dos casas editoriales dedicadas a literatura extranjera. En contraste, Cuba sigue teniendo un importante nivel de lectura aunque también entre nosotros vaya a la baja. Los autores cubanos citados en la película y en mi relato sí han sido muy editados y promocionados con excepción de los que radican o han muerto en el extranjero, algunos de los cuales han dejado escritas trabas a la edición de sus obras en Cuba por motivaciones políticas.
- En la isla, ¿se produce y difunde literatura LGBT?
- La literatura conocida como LGTB (tipo de clasificación que no me gusta para la literatura, por parcelas temáticas), producida por autoras y autores cubanos, o la de tema homoerótico, y los estudios correspondientes, tienen buena difusión, del mismo modo que el tema está muy presente en el teatro, el cine, la televisión, las artes plásticas y hasta la música.  Incluso creo que ha habido momentos de saturación, a veces con retorno a la banalidad y el facilismo. El tema no es tan sencillo como parece, plantea importantes dificultades de lenguaje. Yo no he vuelto a abordar el asunto después de Fresa y chocolate. No me muevo por temas, sino por personajes, de modo que alguna vez puede sorprenderme un retorno de Diego u otro personaje cualquiera.


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